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En una época los receptores de radio, tal como los conocemos en nuestro tiempo, no existían; y no se trataba de que no hubiera nada para captar, porque de haber sí que hubo transmisiones en un determinado momento, si bien ininteligibles para la gente.
En efecto, el problema era más bien parecido a lo que sucedió un poco después con el GPS, inicialmente pensado para fines militares en vez de civiles, y por tanto diseñado para personas más preparadas.
En esos primeros días no solían construirse receptores de radio con fines comerciales ni eso se creía factible, no sólo porque no estaban disponibles de forma comercial ni las válvulas de vacío. En un comienzo las radiocomunicaciones se hacían usando exclusivamente la clave Morse, porque la radio era más bien una prolongación del telégrafo por cable de finales del siglo XIX. En esas condiciones resultaba bastante fácil suponer no debería haber un número significativo de personas interesadas en pasársela escuchando esa retahíla de pitidos largos y cortos con la cual se codifican las letras del alfabeto en ese sistema.
El mundo debió ser en ese instante un lugar bastante más aburrido, o por lo menos para los estándares actuales, sin embargo, la situación comentada no duró mucho, y pronto se reveló poco a poco el enorme potencial de la radio.
Fue si mal no recuerdo durante la Primera Guerra Mundial cuando los alemanes se propusieron usar la modulación en amplitud (AM) para transmitir directamente sonidos más elaborados, como las voces humanas y la música, y con esto desconcertaron por un cierto tiempo a sus enemigos debido a un persistente silencio de todas o casi todas sus comunicaciones militares.
Pero los británicos, franceses y rusos, no eran nada tontos tampoco, y pronto se las arreglaron para deducir lo sucedido y diseñar sus propios receptores, con lo cual una vez más captaron las señales alemanas, ahora como he mencionado en la forma de voces y otros sonidos.
Es a partir de entonces cuando llegó un tiempo en que la radio se fue convirtiendo en un medio masivo que sirvió hasta para reunir alrededor de ella a las familias.
En esos tiempos comentados la única manera que existía para escuchar la radio era por medio de los conocidos receptores a galena, los cuales, debido a su simplicidad, tenían la ventaja de no necesitar una fuente de energía. El precio a pagar por esto era que había que escucharlos por medio de auriculares, incluso cuando se trataba de dispositivos construidos con fines comerciales por la naciente industria, y de ahí que todos debieran reunirse para hacerlo. En lo posterior esta limitación fue superada con creces con la introducción en los receptores del tríodo inventado por Lee de Forest desde poco antes, sin embargo, la mencionada costumbre de reunirse para oír la radio persistió por más tiempo, cual un ritual sagrado, a pesar de haber desaparecido la necesidad original de hacerlo de ese modo.
En efecto, el problema era más bien parecido a lo que sucedió un poco después con el GPS, inicialmente pensado para fines militares en vez de civiles, y por tanto diseñado para personas más preparadas.
En esos primeros días no solían construirse receptores de radio con fines comerciales ni eso se creía factible, no sólo porque no estaban disponibles de forma comercial ni las válvulas de vacío. En un comienzo las radiocomunicaciones se hacían usando exclusivamente la clave Morse, porque la radio era más bien una prolongación del telégrafo por cable de finales del siglo XIX. En esas condiciones resultaba bastante fácil suponer no debería haber un número significativo de personas interesadas en pasársela escuchando esa retahíla de pitidos largos y cortos con la cual se codifican las letras del alfabeto en ese sistema.
El mundo debió ser en ese instante un lugar bastante más aburrido, o por lo menos para los estándares actuales, sin embargo, la situación comentada no duró mucho, y pronto se reveló poco a poco el enorme potencial de la radio.
Fue si mal no recuerdo durante la Primera Guerra Mundial cuando los alemanes se propusieron usar la modulación en amplitud (AM) para transmitir directamente sonidos más elaborados, como las voces humanas y la música, y con esto desconcertaron por un cierto tiempo a sus enemigos debido a un persistente silencio de todas o casi todas sus comunicaciones militares.
Pero los británicos, franceses y rusos, no eran nada tontos tampoco, y pronto se las arreglaron para deducir lo sucedido y diseñar sus propios receptores, con lo cual una vez más captaron las señales alemanas, ahora como he mencionado en la forma de voces y otros sonidos.
Es a partir de entonces cuando llegó un tiempo en que la radio se fue convirtiendo en un medio masivo que sirvió hasta para reunir alrededor de ella a las familias.
En esos tiempos comentados la única manera que existía para escuchar la radio era por medio de los conocidos receptores a galena, los cuales, debido a su simplicidad, tenían la ventaja de no necesitar una fuente de energía. El precio a pagar por esto era que había que escucharlos por medio de auriculares, incluso cuando se trataba de dispositivos construidos con fines comerciales por la naciente industria, y de ahí que todos debieran reunirse para hacerlo. En lo posterior esta limitación fue superada con creces con la introducción en los receptores del tríodo inventado por Lee de Forest desde poco antes, sin embargo, la mencionada costumbre de reunirse para oír la radio persistió por más tiempo, cual un ritual sagrado, a pesar de haber desaparecido la necesidad original de hacerlo de ese modo.
En la imagen, publicidad con familia escuchando una radio de galena en los años 1920 (Wikipedia).
La construcción de una radio a galena, como también se conoce a estos receptores, es en extremo sencilla, y se podría decir resulta útil conocerla a pesar de los cambios tecnológicos de nuestra época.
En una situación de emergencia podría utilizarse uno de estos simples dispositivos para informarse de la situación imperante, como se hizo antes durante la guerra, y en otros países incluso se venden kits con los componentes prediseñados para que hasta los niños puedan experimentar armando una radio de esa clase.
Pero en este texto no comentaré sobre la construcción de uno de estos receptores, puesto que los interesados en conocer la forma de crearlos por su cuenta pueden encontrar mucha información acerca de ellos; en vez de eso me propongo comentar sobre un circuito un poco más complicado, mas también con mejores prestaciones, aun si no se trata tampoco de un receptor superheterodino ni aun de uno regenerativo, sino más bien de los llamados receptores de amplificación directa mucho más sencillo.
El circuito en cuestión lo tomé del libro Mechatronics for the Evil Genius de Newton C. Braga (por cierto, un libro bastante interesante en donde podemos aprender cómo construir una infinidad de artilugios; desde un carrito de carreras para divertir a los niños hasta un robot de combate, o un cañón gauss casero), y consiste en un radio de AM con un consumo mínimo de energía que puede ser utilizado alimentándolo a partir de una fuente de poder con una tensión en el rango de 1 a 6 voltios.
En el libro se utiliza un diminuto generador eólico creado a partir de un motorcito de corriente continua y las aspas de un ventilador, sin embargo, nada impide hacerlo funcionar con una batería solar o con baterías convencionales de toda la vida como unas baterías AA.
El autor indica en su libro que con una tensión de alimentación de unos 2 voltios la intensidad de la corriente demandada por el circuito del radio de AM no pasará de 100 μA, por lo que una batería AA podría durar bastante.
El inconveniente está en que, por causa de que en el radio se utiliza un solo transistor, no posee mucha sensibilidad, y deberá usar una antena consistente en un alambre de un cordel para tender ropa u otro elemento parecido de unos 5 a 20 metros de largo (eso depende de la potencia de la emisora a captar, y puede encontrarse con que se recibe alguna con una antena corta o ninguna); esta antena se conecta al circuito utilizando un cable en el punto marcado con la letra A en el diagrama, y también es recomendable conectar el terminal marcado con la letra G en el diagrama electrónico a una tubería metálica u otro elemento que sirva como tierra, aun cuando se dice que con sólo sostener entre los dedos la punta del conductor conectado a G es suficiente.
El diagrama del radio de AM tal cual se muestra en el libro mencionado (deben estar conscientes de que existe un error en el valor de R2 mostrado; el valor correcto de la resistencia lo encontrará en la lista de componentes) pueden verlo a continuación:
La bobina de antena (L1) mostrada en el diagrama anterior debe ser confeccionada enrollando 40 y 60 vueltas de alambre esmaltado calibre 28 sobre un aislante de papel envuelto en una barra de ferrita de las usadas en los radios como antena direccional.
La barra debería tener de 1 a 1,5 centímetros de diámetro y poseer un largo de 15 a 20 centímetros.
En cuanto al condensador variable (CV), usado para la sintonía, puede utilizar uno tomado de un radio de AM desechado.
Por último, el transductor (X1) no es más que una cápsula piezoeléctrica de elevada impedancia de las utilizadas como bocina en los auriculares telefónicos modernos, en los zumbadores, y en muchos otros dispositivos. Es necesario no utilizar nunca una bocina de poca impedancia o el radio no funcionará, o por lo menos no lo hará si no agregamos un amplificador adecuado para hacer más potente la señal detectada por el diodo D1 y amplificada por Q1.
La siguiente es la lista de componentes necesarios para la construcción de este radio casi tal cual aparece en el libro:
Q1 - BC548 u otro transistor NPN de propósito general (este transistor es común en circuitos de procedencia europea; es igual a un 2N3904 de EE.UU., o un 2SC1815 de Japón).
D1 - 1N34, 1N60, u otro diodo de germanio.
R1 - Resistencia de 4,7 MΩ para 1/8 de watt (amarillo, violeta, verde).
R2 - Resistencia de 47 kΩ para 1/8 de watt (amarillo, violeta, naranja).
C1 - Condensador de cerámica o poliéster de 0,047 μF (47 nF).
C2 - Condensador de cerámica o poliéster de 0,1 μF (100 nF).
X1 - Transductor piezoeléctrico.
L1 - Bobina de antena magnética.
CV - Condensador variable para la sintonía.
Por lo demás, necesitará la barrita de ferrita (ver texto de arriba), cierta cantidad de conductores finos para hacer conexiones, una tira de terminales (puede confeccionarla con un pedacito de madera y una cierta cantidad de laminitas metálicas aisladas las unas de las otras y unidas a la madera con tornillitos), una perilla para el condensador variable, etc.
El autor recomienda montar el circuito en una tira de terminales como lo muestra la imagen a continuación, incluso cuando nada le impide hacerlo de otro modo (puede diseñar un circuito impreso a partir del diagrama si tiene los materiales necesarios), y hasta elaborar un gabinete:
En resumen, si les gusta la radio, este sería un entretenimiento ideal, y sería bueno si pudieran comentar sobre sus propias experiencias.
En todo caso, después del apagón analógico de la televisión, posiblemente le llegue el turno también al apagón analógico para las transmisiones por radio, y después de eso no debería servir de mucho construir un circuito de una radio AM.
