Fantasía El flautista de... ¿Hamelin?

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Erase una vez existió un país no muy lejano que gozaba de un desarrollo sin igual. Gracias a sus comercios y tratados con países vecinos, la abundancia alimentos, el desarrollo del transporte tanto por vía ferrea como por carretera, la electrificación e industrialización de ciudades, así como el desarrollo de la agricultura se veían ampliamente beneficiados. Convirtiendo a dicho país en uno de los más ricos de su región. La magnificencia de su clima, así como las libertades económicas facilitadas por su gobierno, atrajeron a miles de migrantes de todas partes del mundo. Ávidos de progreso, tanto árabes, chinos, indues y mucho más, se sentían tentados a probar suerte en dicho país y así surgió una increíble mezcla de etnias. Así se mezcló el abanico de los más bellos colores que podemos imaginar. Nació un pueblo feliz, aunque la mayoría de sus habitantes desconocían el significado de la palabra felicidad.

Así fue pues que un día llegó una rata gigante, muy grande y astuta, disfrazada de flautista del lejano Hamelin y con falsos acordes de su música hizo creer a los habitantes del país que los dueños de las grandes empresas creadas les engañaban, pues en realidad escondían un parentesco con las sucias ratas que atacaron su ciudad y robaron a sus niños, por ende debían odiarlos y echarlos. Así, roncó el arpegio de su diabólica canción nacionalista y antipropiedad, y muchos habitantes, los más entusiastas y crédulos, bailaron esa música.

Aquella tierra, que alguna vez tuvo por símil el paraíso, comenzó a marchitar. Sus gentes faltos de criterio propio comenzaron a olvidar a sus dioses, a justificar todo, renunciar a gran parte de sus conceptos morales, su libertad, creer en la mentira, y así comenzaron a clamar por la sangre de quienes no bailaran los funestos acordes del falso flautista y se oponían a este. Poco a poco el país se fue convirtiendo en un nido de ratas, las cuales alimentadas y protegidas por la rata mayor, se encargaban de que ningún ser humano osara pensar de forma diferente o dejara de bailar. La rata astuta logró desviar la culpa de su desgracia hacia el vecino de en frente, y muchos le siguieron, convirtiendo a dicho vecino en el villano.

Fue entonces cuando el vecino reveló su verdadera identidad como el verdadero flautista, y así, promulgando leyes a destajo, le abrió las puertas a los niños y a los no tan niños; y los enseñó a ser honrados, laboriosos, respetuosos de la ley, y desecaron un pantano y construyeron sobre él una de las ciudades más hermosas del mundo. Mientras, allá, quedaban el hambre, la suciedad, la miseria y la neoantropofagia ciudadana, donde las ratas podrían reinar hasta el fin de sus vidas.

FIN.
(Espero no perder este...)
 
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